(Reseña publicada en la WEB de la SEPEAP el 29 de Enero de 2009)
Podemos considerar a las mitocondrias
como parásitos intracelulares que han evolucionado en una situación de
simbiosis con las células eucariotas a lo largo de billones de años. La
célula facilitaba a las mitocondrias nutrientes y la mitocondria
facilitaba a la célula un avanzado sistema de producción de energía. Las
mitocondrias contienen su propio DNA que codifican dos RNA ribosómicos,
22 RNA mensajero y 13 polipeptidos implicados en la cadena de
transferencia de electrones.
La primera descripción de enfermedad
mitocondrial se debe a Luft en 1959, en las siguientes décadas se
han ido describiendo diversos tipos de enfermedad mitocondrial que afectan
la función de las mitocondrias en diversos puntos, como el complejo
piruvato deshidrogenasa, el ciclo de la carnitina, beta oxidación o el
ciclo de Krebs. La secuencia y organización del genoma mitocondrial
humano se conoce desde 1981, hasta la fecha se han descrito mas de 200
mutaciones puntuales, delecciones y traslocaciones del genoma
mitocondrial humano; se estima que la prevalencia mas baja de trastornos
mitocondriales hereditarios es de 1 por cada 5000 nacidos vivos.
En Mary Kay Koenig.
Presentation and
Diagnosis of Mitochondrial Disorders in Children. Pediatric Neurology 38
(5):305-313, 2008; se revisa el estado de conocimiento actual
en la identificación de los
trastornos mitocondriales en niños.
Los defectos en la cadena de transporte de
electrones pueden afectar cualquier tejido, aunque aquellos que tienen
mayores requerimientos de energía son los mas afectados. El sistema nervioso
central es el mas frecuentemente afectado en los trastornos mitocondriales;
de hecho en el 45% de los casos los primeros síntomas son neurológicos. En
otros pacientes con síntomas neuromusculares del tipo de debilidad, el único
dato analítico inicial puede ser una elevación al doble de los valores
normales de la cretinakinasa sérica, los estudios electromiográficos y de
conducción nerviosa pueden ser normales. El 20% de los pacientes demuestra
algún tipo de disfunción intelectual. Estos pacientes son especialmente
sensibles al fallo hepático inducido por valproato. Las manifestaciones
cardiológicas incluyen miocardiopatía, arritmias y muerte súbita. Las
manifestaciones renales son infrecuentes, las habituales incluyen
tubulopatías proximales. Los retrasos del crecimiento se observan en el 20%
de los pacientes. Las alteraciones endocrinas descritas son hipotiroidismo,
hipoparatiroidismo, diabetes insípida, hipogonadismo y síndrome de Adisson.
Las manifestaciones cutáneas pueden incluir lipomatosis múltiple,
pigmentación reticular, vitíligo o hipertricosis. Las manifestaciones
oftalmológicas pueden consistir en retinitis pigmentaria.
Diversos autores han propuesto un sistema de
clasificación de síntomas y signos, basados en la identificación de
criterios mayores y menores, que permita aproximar el diagnóstico de
enfermedad mitocondrial. Estos criterios
son una combinación de hallazgos clínicos, de laboratorio, bioquímicos y
genéticos.
El hallazgo de laboratorio mas frecuentemente
observado es la acidosis láctica, el defecto en la cadena de transporte de
electrones origina una disminución en la producción de adenosina trifosfato,
de lo que resulta una disregulación de la glucolisis con acúmulo de piruvato,
que puede ser transaminado hacia alanina o reducido hacia lactato. Algunos
autores han referido valores de lactato en LCR elevados en pacientes con
síntomas neurológicos que presentaban valores de lactato sérico normales,
aspecto por el que consideran que el lactato en LCR puede ser mas fiable que
el sérico en el diagnóstico.
La realización de una biopsia muscular en un
paciente con sospecha de trastorno mitocondrial puede ser muy útil. Con
microscopia óptica el hallazgo habitual es el acumulo de ácido láctico en el
subsarcolema de las fibras musculares, que puede ser visualizado por la
tinción tricrómica de Gomori o con una tinción para succinato deshidrogenasa.
De forma constante existe un aumento de fibrillas con tinción negativa para
citocromo oxidasa; estas fibrillas desaparecen con la edad y no son
apreciables en individuos sanos por encima de los 30 años. La microsocopia
electrónica permite apreciar un aumento en el número y tamaño de las
mitocondrias, con aumento de los depósitos de lípidos y glucógeno, aumento
de la matriz mitocondrial y depósitos cristalinos en su interior. La biopsia
hepática permite apreciar gran cantidad de hallazgos no específicos, aunque
para el diagnóstico de trastorno mitocondrial no ofrece mayor rentabilidad
que la biopsia muscular.
Dr. José Uberos Fernández
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